La sociedad mexicana se ha politizado a un ritmo distinto. Durante muchos años, aquellos que tenían privilegios no incluyeron en su vocabulario conceptos como democracia, justicia, igualdad, entre otros.
En cambio, para otros estos no sólo fueron conceptos sino banderas de lucha. Los más comprometidos, levantaron la voz, salieron a la calle, militaron en partidos políticos, se sumaron a iniciativas para cambiar el estatus quo.
Sirvan las líneas anteriores para dar colofón a lo que ocurrió el pasado domingo 26 de febrero en las calles de la CDMX. Ahí muchos de los que nunca habían levantado la voz, se unieron para mandar un mensaje.
Dicho pronunciamiento puede ser polémico o incluso estar equivocado, pero la buena noticia es que la expresión de todos es importante y que la tribuna pública se estrena como medio de presión a través del reclamo popular.
Me explico: lo ocurrido en días pasados en aquella movilización “a favor del INE”, convoca a los que habían mantenido un discreto papel con el gobierno y las instituciones. Para muchos de ellos fue la primera vez que experimentaron una afrenta, un ataque por parte de las autoridades, un desacuerdo con la cúpula.
Para ellos, los que salieron a marchar por primera vez, hay que decir que la causa que defienden no tiene razón de ser. Se equivocan en la narrativa, porque nadie está pensando en desaparecer los órganos electorales.
No está en la agenda del presidente, de morena, de sus aliados, de Mario Delgado o próximos candidatos a la presidencia, destruir nuestro sistema electoral. Es un absurdo creer que desde el poder se fragua un plan para aniquilar al INE.
No obstante, hacen muy bien en reclamar esos derechos de expresión. Hace falta en este país escuchar todas las voces, aunque estén francamente equivocadas. Es decir, el debate fortalece en sí mismo a la democracia.
Por eso es importante que se organicen y lo es más si cada que salen a la calle convocan al mayor número de personas. Hay que celebrar la posibilidad de encontrar nuevos caminos y que todos ellos, alimenten la deliberación en algo que sigue siendo toral en México: fortalecer nuestra democracia.
Por lo que respecta al punto de la reforma electoral, se puede decir que las modificaciones ya aprobadas por la Cámara de Diputados y avaladas por el Senado, implican una disminución muy considerable de presupuesto para el INE.
Ese dinero era asignado a través de mecanismos que permitían que cada año se fuera incrementando el monto, para llegar al punto de tener una burocracia especializada pero muy costosa en el país.
Por ejemplo, el propio INE estima que con el recorte aprobado desaparecerán 413 funcionarios del INE (el secretario ejecutivo incluido), más 358 de las juntas locales ejecutivas y 5,080 de las oficinas distritales.
Esta burocracia dorada ciertamente pertenece al Servicio Profesional Electoral Nacional, es decir, que ingresó al instituto mediante un concurso público en el que se evaluaron sus competencias y méritos, por lo que se trata de personal altamente profesionalizado en la función electoral. Pero también hay que decir que trabajan una vez cada tres años (cada que hay elecciones federales) y sus cargos son permanentes.