Las aventuras con “Pepito” fueron muchas, y mientras las voy narrando, continuaré con un poco de información general.
Como les había indicado antes, “Pepito” es un border collie y esta es una raza de perros que surge en la frontera entre Escocia e Inglaterra. De hecho, el nombre de esta raza se deriva de su origen porque “border” es frontera en inglés y “collie” significa útil en gaélico escocés.
Son considerados como los perros pastores por excelencia, por lo tanto, se les ubica viviendo en el campo y trabajando con los rebaños de ovejas. Un claro ejemplo es en la película de 1995 dónde una border collie llamada “Fly”, cría en la granja a “Babe, el cerdito valiente”.
Asimismo, el border collie es una raza de perros que se caracterizan por ser muy despiertos, cariñosos y sociables. También son perros muy activos e inteligentes, por lo que hoy en día es de las razas más populares entre los aficionados de los deportes caninos.
“Pepito” desde el inicio ha sido muy tierno, con una mirada cautivadora y penetrante que solo provoca amor puro. Y mientras fue creciendo sus habilidades se empezaron a desarrollar y lo recuerdo bien porque paso de ser de un “tierno peludo andante” a “una máquina de morder”.
La primera noche que pasamos juntos fue en una cena en casa de sus papás humanos en Saint-Gratien. Recuerdo que toda la noche hui del pequeño “Pepito” porque temía que mordiera mis piernas y me llegara a romper la ropa.
Yo llevaba puesto un vestido negro con medias porque hacía frío, y aunque durante toda la cena jugamos y nos correteamos, mis medias se salvaron, pero desafortunadamente mis zapatos no.
Llegado el otoño a Europa, los árboles mudaron de hojas y el jardín trasero de la casa de mis amigos se llenó de hojarasca de unos colores impresionantes, que como podrán imaginar los capturé en bellas fotografías. Cami salía a jugar con “Pepito” al patio, y yo los miraba por la ventana porque ambos me provocaban mucho amor. Y con tanta rama en el suelo, Camille rápidamente lo enseñó a atraparlas y a jugar con ellas, lo difícil fue hacer que las diera de regreso. A veces corríamos tras de él por varios metros, pero alcanzarlo era imposible, al final nos cansábamos y “Pepito” siempre salía ganando.
Evidentemente, se volvió un perro bilingüe porque aunque Erik le repetía las palabras en francés de “assis” (sentado), “couché” (acotado) y “la patte” (la pata), siempre nos escuchaba hablar en español.
A todo esto, “Pepito” hacía demasiadas travesuras. Por ejemplo, siempre lo regañaban porque molestaba a su hermana gato Epona o porque se comía mil y una de cosas dentro de la casa. Personalmente, me encantaba verlo sacudirse por el suelo.
En el patio, solía coger una rama y se sacudía por todo el pasto dando vueltas como loco y que yo lo interpretaba como si estuviera feliz. Dentro de la casa, hacía lo mismo, aunque entre muebles y puertas, el muy tontito a veces chocaba y se escuchaban los golpes de su cola o de su cabeza contra la pared.
De los momentos más bonitos junto a “Pepito”, están las caminatas en familia. Salíamos aprovechando del buen clima a caminar alrededor del lago de Enghien-les-Bains. Disfrutábamos del sol, de los atardeceres y comíamos helado. Recuerdo con mucho cariño esos días donde a pesar de los momentos inciertos y cambiantes, yo era muy feliz.
Y de las cosas que me he prometido hacer al volver a Francia es de visitar a mis amigos y por supuesto de disfrutar de mi querido “Pepito”