Por Arturo Hernández Cordero

El proceso interno del bloque opositor “Frente Amplio por México” para designar a la figura política que contenderá en las próximas elecciones presidenciales del 2024, está próximo a culminar; esto después de que el pasado lunes, el legislador panista Santiago Creel, declinara en favor de Xóchitl Gálvez, a contender por la candidatura opositora.
Creel, con una longeva militancia en Acción Nacional, ha decidido apoyar el proyecto de la Senadora Gálvez, quien desde hace meses se ha perfilado como la favorita de la cúpula opositora, para ser designada como candidata con miras a captar una fracción del voto de la izquierda.
Además, figuras políticas y simpatizantes de la oposición, igualmente han instado a la aspirante priísta, la Senadora Beatriz Paredes a declinar.
La cúpula del “Frente Amplio por México”, liderada por Claudio X. González, ha tenido razones de peso para presionar al resto de los aspirantes a bajarse de la contienda interna y respaldar a Gálvez: saben que la trayectoria y astucia política tanto de Santiago Creel como de Beatriz Paredes son incómodas para Xóchitl Gálvez, aún con el enorme respaldo mediático que le ha propiciado Claudio X. González.
En la cúpula opositora, están conscientes de que el principal activo que Xóchitl Gálvez puede otorgarles como potencial candidata, no tiene que ver con con su trayectoria, proyecto de nación, propuestas, capacidad de debate ni oratoria, sino que es su perfil general y su manera de conducirse lo que les de la posibilidad de presentarla como alguien allegada a la ciudadanía y equipararla al perfil estándar del morenismo.
Hasta ahora, la pre campaña de Xóchitl Gálvez ha estado centrada en resaltar su origen y en buscar respaldo popular, haciendo uso de actos y frases que proyecten una imagen de humildad ajena al perfil tradicional del panismo; por tanto, no es intención de la cúpula opositora exponer a la Senadora Gálvez a una contienda interna con adversarios que la superen en trayectoria y habilidad política.
La candidatura de Gálvez es prácticamente un hecho, pero la cúpula opositora precisaba de simular un proceso interno para legitimarse.

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