Desde hace años en el ámbito de los estudios electorales, lo que ocurre en el Estado de México es sui géneris. Lo que trascendió casi como una verdad absoluta, es que lo que pasaba en su dinámica local se reproducía en lo federal. Lo anterior, refiriéndose a sus tendencias y preferencias partidistas por lo variado de su geografía.

Se solía decir, incluso, que las elecciones mexiquenses eran la antesala de lo que podía ocurrir cuando había elecciones presidenciales. Esto, por dos razones, su composición demográfica y su cantidad de votantes, haciendo de este lugar una especie de laboratorio político del país.

Esto aplicó en parte y después se fue diluyendo por factores tan variados como complejos. Pero lo cierto es que su dinámica local influye directamente a nivel nacional. Es decir, no estamos hablando de cualquier entidad ni en lo político, social, económico y cultural.

A lo anterior hay que sumar otro elemento. Y éste quizá sea el componente más importante. En el Estado de México se ha consolidado uno de los grupos políticos más fuertes que se tenga memoria. De ahí han emanado gobernadores, funcionarios de primer nivel y empresarios que deben su fortuna al poder político.

De entre ellos, una figura sobresale. Se trata de Arturo Montiel quien según una serie de declaraciones del PAN estatal en 2007 –quienes ahora van juntos con la candidata de esta entidad-, desvió 200 millones de pesos en la campaña electoral para favorecer a Enrique Peña Nieto. Esto ocurrió en el pleno del Senado, cuando la fracción del Partido Acción Nacional (PAN) denunció ese “gran desvío” de recursos.

En tribuna, la senadora mexiquense Micaela Aguilar señaló que sólo en la campaña “credencialízate y gana”, el candidato priísta a la gubernatura ya erogó 200 millones de pesos, además de que los diputados locales del tricolor “gozan de un presupuesto”, que les otorgó Montiel para usarlo en despensas y otras formas de coacción del voto.

Estas ironías cuestan mucho trabajo procesarlas, porque la parte acusadora y la acusada hoy son aliados políticos. Y quienes seguramente, el próximo domingo repetirán estas maniobras para tratar de ganar la elección con su candidata Alejandra del Moral.

En este sentido, hay que decir que el estado de México además de fabricar políticos con miras nacionales, también se ha especializado en crear una especie de ingenieros electorales de dudosas prácticas.

Es bien sabido que en aquella entidad los también conocidos como “mapaches electorales”, se han doctorado en mañas y artimañas para modificar resultados, alterar urnas, rellenar actas, quemar boletas, en fin. Todo lo que sea necesario para favorecer al grupo político por excelencia: el grupo Atlacomulco.

Hay una larga lista de actores políticos que se han formado al amparo de este grupo, por ejemplo, Alfredo del Mazo Vélez, Carlos Hank González, Alfredo del Mazo González, Ignacio Pichardo Pagaza, Emilio Chuayffet Chemor, César Camacho Quiroz, Arturo Montiel Rojas, Enrique Peña Nieto, Eruviel Ávila Villegas y Alfredo del Mazo Maza (éste último, nieto e hijo de ex gobernadores).

Esta fina casta de políticos ahora tiene que echar mano de una mujer (Alejandra del Moral) para competir por el poder. Quizá sea la primera vez que compiten con desigualdad. No tienen la gracia del presidente, ni los órganos electorales nacionales.

Pero, de cualquier manera, aquí se han formado los grandes operadores políticos. Así que el día de la elección (próximo 02 de junio) podemos ver un escenario que pudiera ser susceptible a sorpresas por las razones antes esbozadas.

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