Este lunes, Lorenzo Córdova se separa –después de nueve años– de la presidencia del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE); en este periodo, el académico deja sabores amargos sobre el desempeño en su encargo. Porque la dinámica política lo situó una encrucijada de la cual no pudo salir bien librado.
Al iniciar su responsabilidad, Córdova gozaba de cierto respaldo. Sus buenas cartas credenciales como académico de la UNAM, su herencia ideológica al ser hijo de un comunista connotado (Arnaldo Córdova) y su –hasta ese momento– desvinculación con el mundo de la política, lo posicionaba como un buen árbitro electoral.
No obstante, en ese lapso de tiempo, algo pasó. Algunos hablan de su arrogancia, otros de su colusión con sectores conservadores y unos más, consideran que su animadversión con López Obrador le cambiaron la perspectiva.
Quizá las tres cosas le jugaron en contra en su afán de aparentar ser objetivo en sus acciones y decisiones. Uno de sus peores momentos fue cuando dieron a conocer una conversación telefónica con uno de sus más cercanos (Edmundo Jacobo), donde se apreciaba el tono burlón y majadero para reconstruir un momento, en donde los grupos originarios le pidieron ser tomados en cuenta en las elecciones.
Además de su desdén por algunos ejercicios de participación ciudadana (juicio a los expresidentes, y referéndum de AMLO) y otras voces que le reclamaron su lugar privilegiado dentro de la élite dorada de la burocracia electoral.
Córdova no hizo nada en cuanto al clamor popular de “abaratar” los costos del órgano que presidía. Se ha dicho muchas veces que el INE nos cuesta mucho dinero y que es necesario adelgazar esa carga financiera del erario público.
Al contrario de esta demanda, Córdova dejo entrever que no ponderaba de la misma manera, el tema de los sueldos de los funcionarios de alto nivel, no realizó grandes cambios, ni tampoco marcó una línea clara, por hacer un órgano eficiente con menos recursos.
En días recientes, para desgracia del mencionado, se embarcó en una batalla compleja. No estuvo de acuerdo con las reformas constitucionales que pretendían hacer una cirugía mayor al INE y en esa lógica, inició una reyerta política con el presidente y con Morena.
Este último capítulo lo llevó al extremo. Su papel distó mucho del que se esperaría de un funcionario de su nivel. Sus declaraciones fueron muy provocativas y su arrogancia alcanzó niveles épicos. En sus últimos días, se enfrascó en discusiones estériles con varios actores políticos quienes contaban los días para que dejara el cargo.
Hay algo mal sano en el INE de Córdova. Será recordado a pesar de los pesares, por aquel que puso en riesgo a la institución. Porque no supo lidiar con los nuevos tiempos. Porque no entendió el sentir social de una institución engrosada y cara.
Su paso por la función pública, será muy cuestionado también porque no tuvo la intensión de trascender sino solo la ambición de cobrar una muy buena nómina.