Desde muy pequeña estoy acostumbrada a comer queso. Mi madre siempre incorporaba un trozo de queso fresco, en nuestras comidas y ensaladas, y algunas veces sacaba sus pequeñas cazuelas de barro y nos gratinaba el queso para poder comerlo en tacos… mmm ¡mis favoritos!
Naturalmente, al escribir esto viene a mi memoria el recuerdo de mi pequeña niña emocionada y feliz descubriendo el sabor de la fondue. Posteriormente, durante mis años de estudios en el Estado de Puebla, tuve la oportunidad de acercarme a sabores más fuertes de queso, gracias a mi trabajo en el restaurante La Route des Vins. De hecho, (pausa comercial), si quieren probar una deliciosa fondue y platillos de la verdadera cocina francesa, definitivamente es el mejor lugar.
Regresando al tema, la palabra “fondue” proviene del verbo en francés “fondre” que significa fundir. Y según la leyenda, está considerablemente relacionada con el queso.
Cuenta que este término nace de la historia de un pastor, que cansado de comer sólo queso duro, lo puso al fuego con el afán de suavizarlo y poder untarlo fácilmente sobre un pan.
De esta manera, se convirtió en un alimento más cálido e incluso con el paso del tiempo, se ha considerado como el platillo perfecto para poder compartir en familia o con amigos.
Entonces, mi gran sorpresa al llegar a la capital francesa fue que nadie comía fondue. El platillo como tal existe en los menús de los restaurantes, pero únicamente en aquellos que se encuentran ubicados en barrios populares, pues sólo los turistas la consumen. Para los franceses, este es un platillo solamente de temporada de invierno, al igual que la Raclette.
La mezcla original de la fondue es muy diferente a la que hoy en día conocemos, pues en los registros del libro la “Physiologie du goût”, la receta llevaba huevos, queso y mantequilla. Actualmente, es el vino blanco y los quesos de la región los que dan un mejor sabor y consistencia al famoso platillo.
También existe una polémica entre que si la fondue es suiza o francesa. Hasta la fecha no se sabe su verdadero origen, pero es muy seguro que haya nacido en los Alpes suizos, franceses e italianos en una época en la que los pobladores, principalmente pastores, vivían apartados del mundo, sin poder conservar sus tradiciones culinarias por escrito.
Dime entonces si con todo esto, más el clima frío que nos acecha en estos días, no se te ha antojado una fondue. La clásica es de queso y hierbas finas, que puedes acompañar con trozos de pan o papas. La fondue de carne o bourguignonne en la cazuela, tiene aceite caliente para poder coser los trozos de carne. La tercera pero una de mis favoritas, es la fondue de chocolate que se acompaña de diferentes frutas como fresa, kiwi y plátano, además de pedazos de bombón

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