Una cuestión que es clara en nuestro sistema de justicia es que el mayor castigo existente en el mismo es la pena de privar de la libertad a una persona, lo cual se ha intentado transformar bajo diversas premisas como es la idea de la reinserción social, es decir buscar que la persona privada de su libertad se pueda reinsertar a la sociedad como una persona optima dentro de la misma.

Lo anterior implica que las penas deben de ser menores a las esperadas en sistemas anteriores en las cuales se pensaba que las personas condenadas por un cierto delito no podían convivir en sociedad y debían dependiendo de la gravedad del delito vivir separados de la propia sociedad a través de las prisiones.

Sin embargo, la idea fundamental actualmente es distinta la cual implica que se debe de reinsertar a la sociedad a aquellos que han sido condenados lo que implica en primer momento un trabajo exhaustivo dentro de los centros penitenciarios para la reinserción de las personas.

En segundo punto, implica la disminución de todas las penas bajo la premisa que la persona podrá ser reinsertada y lo más importante es la reducción de las penas dentro de la condena con la finalidad que, de acuerdo al progreso establecido por el condenado pueda reducir la misma para poder ser reinsertarse a la sociedad.

En tal sentido, la pena de prisión, más que una pena es vista como un medio para lograr la paz sociedad a través de personas que si bien han sido condenadas puedan continuar con una vida dentro de la sociedad sin ser consideradas ni un peligro ni ser discriminadas por las mismas.

No obstante, el sistema que se ha pretendido plantear en nuestro país se ha contradicho a lo largo de diversas reformas legislativas que lejos de reducir las penas las han aumentado, mientras que las reformas a las prisiones se ha vuelto una promesa aun incumplida.

Lic. Juan Fernando González Espinosa

juanfer_lm@jfg

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