El “Niño Dios”, es sin duda la figura principal en la celebración del Día de la Candelaria, ya que es el 2 de febrero cuando llevan su representación a bendecir.
Quienes cumplen con esta tradición de la fe católica, se esmeran en vestir al hijo de José y la Virgen María, ya sea por devoción, por un gusto o por alguna promesa.
Precisamente en la última semana de enero, hay algunos fieles que buscan restaurar esta figura, ya que puede ir ligada a algún recuerdo o legado familiar y es la misma que llevarán este día a la iglesia, a ser bendecida.
Sin embargo, ya quedan muy pocas personas que se dedican a realizar este oficio, que se resiste al olvido.
Dolores Morales Viuda de Yáñez, lleva más de 40 años desarrollando esta actividad que ha heredado a sus hijas y ahora, es la tercera generación, específicamente una de sus nietas, quien con mucho esmero realizan los trabajos de remodelación escultórica antes de que se llegue la fecha, en la que también se paga la ofrenda de los tamales.
Aranzazú Yáñez, quien se desempeña como profesora, ha dado continuidad al oficio de restaurador del Niño Dios.
Ella sabe qué materiales ocupar, qué pinturas, qué tipos de yeso, cómo pegar las piezas y cómo realizar el acabado para que la efigie quede como nueva y al vestirlo, se vea como si tuviera vida.
No pierde detalle alguno y refiere que el gusto de realizar este trabajo le viene desde que era niña cuando veía a sus papás y a su abuelita hacer todos los movimientos de sus manos, de sus dedos y la delicadeza que implica el terminado y lo más gratificante, es que el cliente quede satisfecho.
El proceso para la restauración incluye la colocación de bases, el resanado, colocación de yeso artesanal hasta su secado; luego ligar la figura, colocar la pintura hasta darle un tono que se vea como nuevo.
Una vez restaurado el Niño Dios, viene otra parte de esta tradición: Vestirlo.
Eloína Hernández, labora en un negocio donde precisamente se venden los atuendos que llevará puesto el también nombrado Divino Infante, quien refiere que el primer año se viste de blanco.
Para el segundo y años posteriores, consensuado con los padrinos puede llevar otro tipo de vestimentas, que pueden ser como de doctor o ropa de diferentes diseños y colores.
La labor de vestir al Niño Dios, puede ser en el mismo local o bien los clientes se pueden llevar la figura a las casas y de ahí a la iglesia.
La veneración del Niño Jesús es una tradición europea, con los mejores ejemplos siendo El Niño Jesús de Praga y el Santo Niño de Atocha.
Esta tradición fue traída por los españoles a México después de la Conquista española del Imperio Azteca.
Ahí tomó elementos indígenas y se le considera como una de las tradiciones más arraigadas de la religión católica