Por Arturo Hernández Cordero

México empezó el 2023 con la designación de una nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; se trata de la ministra Norma Lucía Piña Hernández, quien el día lunes se convirtió en la primera mujer en ser designada para ocupar dicho cargo.
La ministra Piña Hernández, de tendencia feminista, promotora acérrima de la ideología de género, la despenalización del aborto y la legalización de la marihuana, a todas luces carece de la neutralidad ideológica que se esperaría de la titular de la Suprema Corte.
Pese a su convicción progresista, Norma Piña Hernández se ha mostrado reiteradamente escéptica del proyecto de nación de la 4T, votando en contra de la mayoría de las iniciativas impulsadas desde el Ejecutivo Federal.
Si bien, el sesgo ideológico feminista que pretende implantar la ministra Piña Hernández (quien tras su designación advirtió que su mandato estará volcado a favor de un sólo género) al máximo tribunal constitucional no resulta para nada alentador en términos jurídicos, si representa un revés político para la 4T, puesto que su cúpula venía posicionándose a favor de la ministra Yasmín Esquivel (hoy acusada de incurrir en plagio para lograr su tesis de licenciatura) desde inicios de sexenio para presidir la Suprema Corte.
Tras la designación de Norma Piña Hernández, el presidente López Obrador celebró en la conferencia mañanera del 3 de enero, el hecho de que una mujer haya logrado por primera vez ocupar el cargo y afirmó que a día de hoy existe una plena división de poderes, aunque posteriormente alegaría que la labor del Poder Judicial poco ha beneficiado al pueblo de México y que sigue secuestrado por la oposición.
Aunque la división de poderes sea siempre una gran prioridad, lo cierto es que el Poder Judicial en México respondía antes a intereses políticos del Ejecutivo (en el caso de Arturo Saldivar) y ahora lo hace a una agenda política de género, lo que no ayuda a que deje de ser el poder más inoperante de los tres que integran al Supremo Poder de la Federación, y a la vez el menos cuestionado

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