Por Arturo Hernández Cordero
La renuncia del Gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, a sus intenciones de contender como candidato de Movimiento Ciudadano en las elecciones presidenciales del 2024, ha sido el tema más recurrente dentro de la política mexicana los últimos días.
Y es que, desde que García Sepulveda solicitara su licencia para ausentarse del cargo con miras a buscar la presidencia el siguiente año, resultó en algo totalmente incómodo para los dirigentes de la Coalición Fuerza y Corazón por México, quienes no vieron con buenos ojos, el posible surgimiento de una candidatura liderada por una figura política joven, con gran impacto en redes sociales y que pudiera complicar de sobremanera, las posibilidades de Xóchitl Gálvez Ruiz de obtener cuando menos un segundo lugar en próximo proceso electoral.
Tan pronto como Samuel García anunciase sus aspiraciones presidenciales, perfiles políticos de la oposición como el priísta Alejandro Moreno, el empresario Claudio X. González o el ex presidente panista Vicente Fox, arremetieron en contra del gobernador Neoleonés e iniciaron una guerra sucia para intentar dañar su imagen, acusándole de buscar dividir el voto para perjudicar a Xóchitl Gálvez y favorecer a MORENA.
Finalmente, la decisión del Poder Judicial respecto a la suplencia del puesto de Gobernador, hizo a Samuel García desistir de buscar la titularidad del Poder Ejecutivo, lo que a todas luces se vió como una de las cada vez más comunes compaginaciones entre el Poder Judicial y el Frente Amplio por México, con la finalidad de evitar que la aparición de un adversario político que dificultara aún mas las nulas oportunidades de Xóchitl Gálvez, de ocupar la silla presidencial.
No obstante, el haber evitado la candidatura de Samuel García, resulta contraproducente para los líderes de la oposición, quienes ahora son percibidos por parte de la Ciudadanía, como antidemócratas y son señalados de usar al Poder Judicial con fines facciosos, ambas características ampliamente señaladas por López Obrador y compañía a lo largo del sexenio; además, la notoriedad política de Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez, ha aumentado exponencialmente con este suceso.