Después de estar unificados en lo electoral y en lo discursivo, los tres partidos políticos contrarios a Morena se enfilan a una crisis existencial. Lo anterior, parecía inevitable por dos razones, la primera es que su naturaleza es muy diferente (ideológicamente hablando) y segunda porque su línea argumentativa que hizo posible esa unión es muy frágil (confrontar al presidente).
Bajo estos parámetros, las dirigencias del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) anunciaron la suspensión temporal de la alianza con el PRI, debido a la propuesta del tricolor para extender la participación de las Fuerzas Armadas hasta 2028 en tareas de seguridad.
De esta manera, se genera una duda fundada sobre el destino de la llamada coalición Va por México que ya se enfilaba para hacer frente al proceso electoral de 2024. Ahora bien, según las cúpulas de los partidos citados “esta decisión obedece a la inconformidad que les generó la iniciativa de reforma constitucional presentada por la diputada priista Yolanda de la Torre, que prorroga hasta 2028 la militarización del país”.
Esto es una forma de enunciar que se busca desde el Poder Legislativo generar la profesionalización de los cuerpos policiacos; y lo anterior requiere – según esa reforma –, de un papel protagónico de las fuerzas armadas.
El debate se hizo álgido hasta el punto de hacer declaraciones en los medios donde los partidos hicieron públicas sus diferencias. En este particular, en un comunicado conjunto, panistas y perredistas recordaron que 2021 la coalición Va por México se comprometió y firmó frente a la sociedad civil una agenda electoral y legislativa clara para cuidar la democracia, al Instituto Nacional Electoral (INE), así como evitar la militarización del país.
Por tanto, el PRI estaría faltando a ese acuerdo que dejaría en la orfandad a los otros partidos. Pero lo más importante de este evento es que las diferencias parecen irreconciliables. Quizá por otra cuestión que se encuentra en el ADN de las élites políticas mexicanas: el ego.
Cada partido de los que integran ese fallido bloque opositor a Morena se asume como más importante que su par. Por tanto, la liga política se rompió con cierta facilidad. Porque los tricolores mostraron su arrogancia al decir que no necesitan de la ayuda pírrica de los ahora caídos en desgracia.
Hay que decir que de todo lo anterior hay un solo ganador, el presidente y su partido. En palacio nacional, por supuesto, se frotan las manos al ver coronada la oportunidad de competir en la esfera electoral contra partidos desintegrados.
Pero también y sobre todo, la posibilidad ahora casi inamovible de que Morena gane con amplio margen la elección del 2024. Cuestión que le sienta muy bien al denominado proyecto de la cuarta transformación a nivel nacional.
Quizá la enseñanza mayor es que todo partido político debe tener sus propios principios e ideología. Porque ese coctel que se conocía como Va por México pasará a la historia política como una cuestión amorfa y sin futuro.
Enrique López Rivera