La sexualidad está presente desde al momento en que somos concebidos; al ser biológicamente sexuados. Sin embargo la expresión de esta sexualidad va teniendo diferentes formas según la etapa de desarrollo.
Por ejemplo; la primera infancia y en la niñez parecería que es una etapa asexuada porque no hay el contexto erótico de la sexualidad; no nos interesa tener relaciones sexuales ni relacionarnos en función de la reproducción. Pero ya cuando entramos en la etapa de la pubertad y adolescencia la forma de relacionarnos y de expresar la sexualidad cobra importancia.
La primera forma de experimentar la sexualidad erótica es con el primer beso; cuando las sensaciones corporales se manifiestan: nerviosismo, ansiedad, miedo y placer se juntan en un mismo momento. El tener contacto intimo con otra u otro por primera vez es de los momentos más significativos de la vida y que como otros momentos la experiencia es única.
Luego ya que el primer beso esta dado; parece que el cuerpo y las emociones piden mas. Un beso lleva al tocamiento para experimentar las diferentes sensaciones del cuerpo, iniciando así la respuesta sexual.
Cuando el momento llega, se da la relación sexual; y así como la experiencia del primer beso, es irrepetible. Tal vez no sea placentera o tal vez si.
Cuando se ha comenzado la actividad sexual, el mundo gira alrededor del placer. Parece que el cuerpo no pude parar. Cuando esta sexualidad se comparte en pareja y como en muchos casos coincide con empezar a vivir juntos es evidente. Parejas viendo en “luna de miel”, la frecuencia de los encuentros en diaria y la monotonía no se hace presente.
Después de cierto tiempo esta “luna de miel” se acaba. Los encuentros sexuales disminuyen considerablemente y la creatividad no aparece. Puede haber infidelidades. Y puede coincidir con alguna crisis de pareja o con la aparición de las responsabilidades de los hijos. Muchas parejas se separan por cuestiones sexuales sin analizar los motivos del cese de la actividad sexual.
La sexualidad ni se pierde ni se adquiere: está siempre presente. Hacemos o dejamos de hacer algo para se inhiba. Lo que es importante resaltar es que no es constante y más tratándose de la sexualidad en pareja. Hay momentos de mucha actividad sexual, como también los hay en los que se rechaza cualquier contacto físico.
Para llevar mejor una sexualidad en pareja, lo primero que hay que explorar es en qué momento se encuentran, si van comenzando la relación, si se tienen hijos o no, la cuestión laboral, familiar y hasta económica, la edad de los integrantes y la personalidad.
Y sobre todo no seguir con el protocolo que dice que los primeros años en pareja la actividad sexual debe ser diaria, luego cada semana, luego cada mes y llegando a la senectud se debe de suspender por completo la actividad sexual. Esto obstruye la fluidez con la que la pareja se va conociendo y adaptando a cada etapa.
Yo les recomendaría en vez de seguir protocolos; comunicar las necesidades individuales y negociar, de tal forma que la actividad sexual sea satisfactoria para los integrantes de la pareja.