A lo largo de cinco años el presidente López Obrador ha sido insistente con un discurso de austeridad, que permita hacer más eficientes los recursos públicos. Lo anterior, es un elemento retórico que ayuda mucho a la ideología del mandatario, pero también puede ser una acción de gobierno.
En ese sentido, la propuesta presidencial de fusionar y eliminar 18 organismos administrativos, empata bien con uno de los postulados principales de la llamada cuarta transformación.
Por principio de cuentas, llama la atención la burocracia poco funcional con la que cuenta la administración pública federal.
Entre ellos, el Fidecomiso de Fomento Minero, creado en 1990 como un organismo sectorizado a la Secretaría de Economía y dedicado a “promover el desarrollo de la minería nacional, mediante el otorgamiento de servicios de financiamiento, capacitación, y asistencia técnica para crear, fortalecer y consolidar proyectos y operaciones mineras en el país”. Hasta donde alcanza a la memoria, pocas veces este organismo ha tenido un papel protagónico en la actividad minera.
Otros ejemplos son la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía, que dejará de ser un órgano desconcentrado de la Secretaría de Energía (Sener) y queda sólo como una Unidad Administrativa de la misma dependencia. El Instituto Mexicano de Tecnología del Agua desaparece como desconcentrado de la Semarnat y pasa ser una Unidad de la Conagua.
La Coordinación General de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, deja de ser también órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación y queda sólo como Unidad Administrativa de la misma Segob.
El Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, desaparece como órgano desconcentrado de la Secretaría de Bienestar y será una Unidad Administrativa de la misma dependencia. El Instituto Mexicano de la Juventud, órgano descentralizado de Bienestar, pasa a ser una Unidad en la Secretaría del Trabajo.
La Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes desaparece como desconcentrado de la Segob y se convierte en una Unidad del DIF. El Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas desaparece como órgano desconcentrado de la Secretaría de Agricultura y pasa a ser una Unidad de la dependencia.
Quizá el cambio más significativo tiene que ver con la eliminación de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrupción, que es hasta hoy un organismo “descentralizado no sectorizado”.
La justificación de esta propuesta es “racionalizar la estructura orgánica de la administración pública federal, para eficientar los recursos públicos”, ya que “la expansión del aparato burocrático es un reflejo de las prácticas institucionalizadas de clientelismo y corrupción”, así como para “garantizar intereses privados de diversa índole en su beneficio”.
Pero también, es un reflejo del discurso que ha pregonado el presidente Obrador en los últimos años. En suma, es el mayor acierto en simplificación administrativa que se puede adjudicar el actual gobierno.
Una jugada maestra que viene justo antes que el relevo en presidencia tenga que ingresar con una carga administrativa casi inoperante y obsoleta.