“Soy vecino de este mundo por un rato, y hoy coincide que también tú estás aquí, coincidencias tan extrañas de la vida, tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio…y coincidir”. Estas líneas del autor Alberto Escobar, expresan uno de los sentimientos a mi parecer, más bonitos de relación entre personas. Y cuando viajas, evidentemente conoces a mucha gente, pero coincidir hasta el otro lado del mundo con una persona, para mí es mágico.
Esto me pasó con una de mis mejores amigas. Estudiábamos la Universidad juntas en Hidalgo. Después, nos fuimos de intercambio a España y, aunque nuestras Universidades se encontraban en ciudades distintas, pudimos reunirnos en la bella Sevilla.
Nos bastó un solo fin de semana de visita por Paris, para externar que sería grandioso vivir algún día allí. Años más tarde, tras terminar nuestros estudios y llevando una vida en sitios totalmente distintos, el destino en efecto nos juntó nuevamente, en Paris.
Dejamos a un lado ese estereotipo de vida soñada llena de lujos, dinero y cosas materiales, y lo intercambiamos por una vida libre, real y tranquila, dónde nuestra felicidad son las experiencias y la satisfacción personal.
La aventura en Paris comenzó por compartir departamento; vivimos juntas, exploramos la ciudad, compartimos las amistades y nos fuimos conociendo fielmente, aprendiendo una de la otra. De nuestras actividades favoritas, estaban las Tardes de “Mesdames”, o literalmente Tardes de Señoras, que consistían en enriquecer nuestra calidad de vida, satisfaciendo hasta el más pequeño de los antojos. Ir por un helado, comer el pastelito de cada mes, meditar y degustar cerveza y vino, con largas charlas en casa, eran las preferidas.
Aprendimos realmente a valorar la compañía y a disfrutar cada día. Posteriormente, con la llegada del primer confinamiento, tuvimos que vivir en lugares distintos y, aunque cada quien estaba con personas increíbles a su lado, nos llamaba el corazón. De ahí que las llamadas de más de 2 horas, se volvieron nuestro nuevo top.
Siempre estaré inmensamente agradecida con la confianza y la motivación que ella le ha dado a mi vida. Y a pesar de las distancias, o situaciones en las que nos encontremos, tener tiempo de calidad y coincidir.
Entonces, afirmo que de lo más bonito que he vivido en el extranjero, además del intercambio cultural, de aprender un nuevo idioma y adoptar nuevas costumbres y hábitos locales, ha sido el poder compartirlo todo con mi mejor amiga.
Ahora, ¿cuál fue la última vez que disfrutaste realmente de ti? ¿Cuándo fue que finalmente te consentiste de ese antojo? No perdamos tiempo. Pasar tiempo de calidad empieza con nosotros mismos.
Muchas personas por trabajo, obligaciones familiares o simplemente porque no encuentran ese empujón para disfrutar de su día a día, lo dejan todo a lado. Recuerda que el día más importante de tu vida, es el que estás viviendo en este momento. ¡Aprovéchalo!