Si eres de esas personas que buscan experiencias nuevas constantes y aún no tienes nada planeado para este San Valentín, ¿qué te parecería comer algo clásico y dulce como unas donas? Pero no cualquier tipo de dona, si no de las mejores donas de Monterrey.
En la práctica, esto podría sonar algo absurdo, porque seguramente te encuentras en el Valle de Tulancingo, pero recientemente volví a ver un video del espectáculo televisivo de “Shark Tank México” y recordé cuando degusté aquel interesante postre de aquel peculiar lugar. Así que, si en algún momento te encuentras en la capital de Nuevo León, te recomiendo que busques este rincón del que te hablaré a continuación.
Para comenzar, “The Secret Donut Society” es un proyecto único que intenta modificar la idea ordinaria de un servicio de comida, y como el nombre lo dice, su concepto es todo un misterio.
Este proyecto lo descubrí gracias a mi hermano Sebastián y su amigo Félix, quienes como siempre lo han hecho, en mi última visita por tierras regias se encargaron de regalarme las mejores experiencias como turista, llevándome a los lugares más icónicos y únicos de la ciudad capital.
El concepto principal de “The Secret Donut Society” son las donas, calificadas como las mejores en todo Monterrey, y para mi fortuna cuando yo visité el sitio, en su carta se habían añadido bebidas refrescantes y helado, además de mercancía tipo “souvenirs”.
La experiencia de una sociedad secreta comienza desde la idea de no saber lo que vas a encontrar.
¿Se imaginan llegar a un lugar, donde no saben con certeza lo que pasará, pero de algún modo deduces que te va a encantar? Bueno, así es este lugar.
Se ubica en una plaza comercial muy bonita, la Plaza Armida, que está rodeada de fuentes y áreas verdes. El letrero de bienvenida dice “The house of pleasure” con letras grandes y luces de neón, y desde afuera, se puede observar toda la decoración minimalista del lobby, gracias a su entrada totalmente de cristal.
Desde el inicio puedes encontrarlo muy encantador o perturbador, ya que su decoración en una tonalidad verde pastel con detalles rojos y luces de neón, que te hará recordar las escenas de la famosa película de terror psicológico “El Resplandor”, aunado a la música clásica que se escucha fuertemente de fondo.
Al ingresar no hay instrucciones, solo un teléfono rojo, un carrito de supermercado, una puerta y tres ventanillas enumeradas. Puedes deducir que lo siguiente es entrar por la segunda puerta y al hacerlo la decoración cambia. Ahora pasas a un pasillo largo y estrecho lleno de latas de comida, todas con etiquetas del mismo color rojo y a lo lejos, se encuentra un espejo de seguridad convexo donde tu reflejo se vuelve el protagonista y mientras te vas acercando, tienes la sensación de no estar solo, aunque en realidad no hay nadie a tu alrededor.
Después por un pasillo corto hacia la derecha se encuentra una tercera puerta. Al ingresar te topas con dos máquinas que muestran digitalmente los productos que puedes consumir. Lo más extenso son los sabores de las donas, artesanales creo, que sin duda te deleitan el ojo con solo mirarlas.
Cuando pagas, se te da un papel con el número de la ventanilla en el lobby, así que pasas por la cuarta y última puerta para esperar tu producto y salir a comer.
La sensación de estar dentro es inexplicable y aunque mucha gente llega para tomarse fotos y grabar, en realidad el ambiente te envuelve en algo misterioso y hasta cierto punto prohibido, aunque no todo lo prohibido es malo. No sabes qué hacer o qué tocar y no hay interacción directa con humanos, como lo es en una tienda o un restaurante.
El tipo de personas que visitan el lugar son familias, parejas de enamorados o grupo de amigos, pero lo curioso es que, sin tener indicaciones establecidas, todo lleva un orden increíble. Nadie habla dentro, nadie pregunta, las personas avanzan de uno por uno escuchándose solo la música de fondo. Si alguien ha ingresado, las demás personas esperan fuera, como diciendo “es su momento, dejémoslo experimentar” y así la experiencia se vuelve más intensa de manera individual.
Ya estando fuera, con tu dona o helado en mano, puedes sentarte en alguna banca o mesa para degustar de los deliciosos postres. Yo probé un “donut ice-cream”, que básicamente es una dona cortada en trozos sobre un vaso y bolas de helado. ¡Vaya postre, lo tienen que probar!
Y como mi hermano y su amigo compraron cosas distintas, también tuve la oportunidad de probarlas y puedo asegurarles que todo es espectacular. ¡Feliz día del amor y la amistad!

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