En el ambiente político local hay una reflexión muy interesante. Resulta que el partido Morena inició un procedimiento para “quitarle” al partido del Trabajo, el enunciado siguiente: el PT es la 4T. Para aquellos que no encuentren el trasfondo del asunto, vale la pena hacer las precisiones.

Al inicio de la administración del presidente López Obrador se dijo que llegaba al país un movimiento similar al de una revolución. Esta vez, sin la necesidad de tomar las armas. Pero que representaba un cambio de régimen similar a los procesos históricos anteriores.

A lo que se refería la narrativa presidencial, es que México ha pasado por tres grandes transformaciones en su devenir como nación. El primero de ellos se gesta en la Independencia, el segundo en la Reforma, el tercero en la Revolución y según la lógica presidencial, México se encamina desde el 2018 a su cuarta transformación.

Lo anterior, es validado por una serie de cambios estructurales que la presente administración buscó desde el inicio de su gestión. Sería producto de otra reflexión si esta línea argumentativa es válida o no.

Pero por principio de cuentas, sirvió para darle sustancia al presente sexenio. De tal suerte, que es casi imposible que a estas alturas, exista alguien que no tenga construida la idea de la 4T en el país. Este elemento retórico, ideológico, narrativo o pragmático está presente en toda la narrativa del gobierno federal. Lo cual lo lleva a tener su propio sello, su marca.

Ahora bien, al ser tan poderosa esta idea, otros partidos aliados a Morena, han querido replicar el modelo. El PT como ya se mencionó, tomó prestada la frase para asegurar que ellos son parte de este movimiento. Pero no han sido los únicos, también el partido Verde ha utilizado la marca para decir que: la 4T también es verde.

Todo lo anterior, como una estrategia de marketing, que ayude al electorado a considerar como un mismo producto a los partidos, que han sido aliados desde hace tiempo y que ahora arropan la candidatura de la doctora Claudia Sheinbaum.

Al parecer, la estrategia no es del todo mala. Pero que ocurre en los lugares (distritos, estados, municipios) donde esos partidos no son aliados. Ahí las coordenadas cambian y suelen ser confusas. Por eso, en Hidalgo se acaba de promover un juicio para que el PT no utilice el famoso eslogan, que tiene –al parecer–, su sentido de pertenencia en Morena.

Esta cuestión que parecería una nimiedad, llegó a las instancias pertinentes y resolvieron que efectivamente los guindas son los padres legítimos de la 4T. Pero cabe, una nueva reflexión, si la presente transformación es equiparada con la independencia, la reforma o la revolución ¿quién es el “dueño” de los procesos históricos anteriores?

La respuesta es sencilla: no tienen paternidad más que la de miles de personas que lucharon y entregaron la vida por esas causas. Así que vale la pena dejar en claro, cuando estamos hablando de elementos retóricos propios de una estrategia electoral y cuando tomamos capítulos de la historia que no le deben nada a nadie y que corren por su propia pista.

Aquí hay dos actos que sobrepasan la lógica pura. El primero que un partido político quiera elevar el discurso a un proceso histórico, sin tener tantos elementos de similitud con nuestra etapa fundacional como nación.

Y también existe una estrategia desesperada del PT por mantener el registro y hacerse de cualquier cosa para mantener la prerrogativa y los beneficios de ser un partido satélite a la sombra de un gran hermano.

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