Ayer fue la toma de protesta del presidente Donald Trump, lo cual sin lugar a dudas, es un hecho histórico para nuestro vecino del norte y del mundo, por varios motivos.
El primero es que como todo acto protocolario, se encuentra lleno de simbolismos y discursos que bien vale la pena mencionar por un motivo fundamental. Estados Unidos como nuestro país, es una nación presidencialista, es decir la figura de mayor poder es el presidente de la nación, siendo que nuestro sistema democrático como presidencialista, se basa en gran medida a aquel que fue realizado por primera vez en nuestro vecino del norte.
En tal sentido, la ceremonia de envestidura presidencial representa, un paso para dejar de ser un ciudadano y convertirse en el representante y gobernante de una nación y lo que ello implica.
Lo anterior en virtud de que, el o la presidente de los países con este sistema, se convierten en el Jefe de Estado y Jefe de Gobierno al mismo tiempo, por lo que tienen un papel fundamental que es garantizar aun y en la peor de las situaciones, la continuidad de la vida nacional y democrática de su nación, incluso si para ello tuvieran que sacrificar sus propios ideales.
Por tanto, la investidura es un protocolo diseñado para garantizar esa unidad nacional, puesto que, contrario a los regímenes monárquicos, en los sistemas presidencialistas la unidad se basa en la aceptación de una democracia mayoritaria que respetara incluso los postulados de los minoritarios.
Por ello es trascendente no solo la presencia de las figuras políticas más importantes, sino de los exmandatarios que garantizan la continuidad del poder del país, así como de quienes contendieron y no lograron la victoria puesto que, la fiesta implica no una victoria sino una unidad que genera un Jefe de un solo Estado.
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