Por Arturo Hernández Cordero

Con la inauguración del primer tramo del Tren Maya el fin de semana pasado, el oficialismo está de manteles largos. Si bien, la culminación completa del megaproyecto de la 4T está prevista para febrero próximo, el primer tramo de Campeche a Cancún se encuentra listo para el transporte de pasajeros en el sureste del país, una zona desatendida en materia de infraestructura durante los sexenios pasados.
Como era de esperarse, al ser el proyecto insignia del obradorismo en términos de movilidad y transporte y al llevarse acabo en una zona con una vegetación exuberante, el Tren Maya no estuvo exento de cuestionamientos por parte de los simpatizantes, líderes y medios afines a la oposición, así como de los ambientalistas que auguraban un ecocidio en la península de Yucatán y echaron mano de todos los recursos legales a su alcance para detener la construcción del proyecto, sobre todo en el tan criticado Tramo 5 (que conectará Cancún con Tulum).
No obstante, el férreo compromiso de la oposición con el cuidado de los ecosistemas y la preocupación de los ambientalistas, brilló por su ausencia en los más de veinte años que llevan construyéndose enormes y cuantiosos complejos turísticos en la Riviera Maya; por tanto, la renuencia por parte de la oposición de aceptar la construcción el tren, obedece más a motivos facciosos que a una genuina preocupación por preservar el patrimonio ecológico del país, que dicho sea de paso, no se vió afectado de sobremanera con el proyecto.
Ahora bien, es cierto que la viabilidad económica del Tren Maya sigue en entre dicho, tanto en su función de transporte de pasajeros como en el transporte de carga, y llevará varios años evaluar su impacto en el sureste del país. Sin embargo, su realización forma parte del simbolismo de la 4T, un proyecto que quedará para la posteridad y que servirá como referencia cuando se hable del sexenio de López Obrador; y para su pesar, la oposición no pudo consolidar un proyecto de esta magnitud que pudiera definir los últimos sexenios en los que ostentaron el poder, de ahí la importancia simbólica que tiene para la 4T la culminación del Tren Maya.

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