Durante el fin de semana estuve hurgando en el baúl de los recuerdos y me topé sorpresivamente con muchas fotografías propias, en ciudades maravillosas. Al verlas nuevamente sonreí porque además de recordar bellos momentos, pude sentirme orgullosa de haberlas visitado muy joven. Creo que ni siquiera estaba tan consiente de su importancia y aún menos, de que algunas serían consideradas como de las ciudades más bonitas del mundo.
Y entonces me pregunté: ¿qué tienen en común estas ciudades? ¿Qué las hace tan especiales? ¿Será la majestuosidad de sus monumentos, su historia vibrante o esa sensación indescriptible que nos atrapa al recorrer cada rincón?
Pues bien, hablar de lugares donde cada esquina tiene una historia y cada monumento susurra secretos pasados conectados con el presente, es lo que las hace verdaderamente especiales. Y aunque podría hablarles de un listado de alguna revista turística o algo con reconocimiento de arquitectura, realmente el juicio se basa en las opiniones de gente real como ustedes, como yo.
De ese modo, indiscutiblemente comenzaré con la ciudad de París, la capital del amor, la moda y por supuesto “les croissants”. Sus monumentos grandes e imponentes, la colocan en los primeros lugares de cualquier lista, pues basta mirar a la Torre Eiffel, el emblema de la ciudad, de estilo elegante e imponente, para saber perfectamente la razón de su popularidad. Pero más allá de obras arquitectónicas, la ciudad también se distingue por su gente, que si bien para muchos el comportamiento parisino es visto como rudo y grosero, es importante comprender que la vida en París tiene un ritmo peculiar; por un lado, la gente se mueve con elegancia, como si estuvieran participando en una película o un desfile de moda permanente, mientras que por el otro existe extrovertidamente esa vida libre e independiente. No por nada es la ciudad de los artistas.
Siguiendo unos kilómetros hacia el norte, me reencontré con fotografías de la ciudad de las bicicletas: Ámsterdam. Aquí la bicicleta es el transporte principal, es decir que son las reinas de la carretera y todos quienes la visitan, tienden a adaptarse fácilmente a ese estilo de vida. A pesar de que solo la visité en una ocasión, quedé sumamente fascinada. Sus atractivos turísticos principales son el Museo de Arte del Estado “Rijksmuseum» y la Casa de Ana Frank, pero lo que realmente te deja boquiabierto, considerando que a la vista de todo el mundo es uno de los principales lugares de fiesta y vida nocturna, son los canales que rodean toda la ciudad, los paisajes, así como el ambiente tan pacífico y bonito, lleno de gente amable y risueña. Sin duda alguna una experiencia que aconsejo todos deberían de experimentar.
Otra ciudad llena de canales, pero que encontramos más hacia el sur es Venecia, la ciudad flotante. Aunque es una ciudad antigua, sus plazas y sitios populares siguen pareciendo como salidos de una película, tanto así que basta con andar tan solo un par de pasos alrededor, para sentir esa mezcla de romance y misterio, además, a quien no se le viene a la mente estas líneas: “Io sono il capone della mafia. Io sono il figlio della mia mamma…” de la canción popular en los 80’s del grupo Hombres G. Y que decir de la comida. Simplemente, esta ciudad está hecha para disfrutar.
En resumen, cada ciudad tiene su propio encanto, pero lo que las hace realmente especiales son los momentos disfrutados y los sentimientos que nos dejan al instante y para el recuerdo.
¿Qué otra ciudad europea agregarías? Somos creadores y este listado juntos lo podríamos complementar.

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