Por Arturo Hernández Cordero

El expresidente republicano de Estados Unidos, Donald J. Trump, denunció a principios de esta semana que su mansión en Palm Beach, Florida, fue allanada por agentes del FBI sin previo aviso debido a qué, se sospecha, el republicano tendría en su poder documentos clasificados de la Casa Blanca.
En la historia reciente de los Estados Unidos, un mandatario o ex mandatario no había sido hostigado de tal manera ni había sufrido una censura sistémica tan pronunciada, como la que se ha llevado acabo en contra de Trump en los últimos dos años.
Esto se debe a un hecho que aún hace eco entre la cúpula demócrata: el respaldo republicano a Donald Trump, sigue firme mientras que la popularidad de Joe Biden entre los demócratas no deja de descender.
Si bien, es cierto que la figura del gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha cobrado peso entre los simpatizantes republicanos, sigue siendo la administración de Trump la referencia inmediata que se utiliza para contrastar las deficiencias de la administración demócrata.
Los demócratas, desesperados por tener en puerta las elecciones intermedias el próximo mes de noviembre con un índice de aprobación que no llega al 50%, se han mostrado combativos tanto en su política interna como externa.
El comunicado en contra de la política energética de México, la visita de la líder congresista Nancy Pelosi a Taiwan y el allanamiento de la mansión Mar-a-Lago de Donald Trump, forman parte de una estrategia política demócrata que busca presentar una imagen de firmeza del gobierno de Joe Biden, dado el mal desempeño de su política económica y su incapacidad para mantener el escenario geopolítico en buenos términos.
Pese a sus múltiples polémicas y ásperas declaraciones antiinmigración, Donald Trump demostró una mayor destreza en cuanto al manejo de la economía estadounidense, logró acuerdos de paz con muchos países, las relaciones con México fueron fluidas y fue el artífice del periodo presidencial más pacífico para Estados Unidos en los últimos tiempos y el electorado estadounidense tiene todo ello presente, de ahí la necesidad demócrata de hacerlo desistir de sus aspiraciones presidenciales en 2024

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