Desde unas semanas, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, ha venido amagando con cobrar aranceles a sus vecinos y socios comerciales de Canadá y México. En su lógica, estas medidas se imponen, porque nuestro país ha fracasado en su estrategia para combatir el narcotráfico y hace poco para disminuir el flujo migratorio.

Por estos motivos, el recién electo consideró pertinente “castigar” a su vecino para llevarlo a un extremo y reaccionar como Trump desea. Que es, en síntesis, militarizar la frontera y considerar a los traficantes como grupos terroristas.

La medida se había firmado a través de un decreto presidencial, pero no se especificó la fecha de implementación. Fue hasta esta semana que se anunció su entrada en vigor, dejando en la incertidumbre a los mercados internacionales y a miles de connacionales.

No obstante, la presidenta Claudia Sheinbaum, reaccionó a tiempo con un acuerdo que aunque sigue la línea de Trump, nos sabe a victoria por el tono en el que se plantea. A la letra, la mandataria informó que: se llegaron a los siguientes acuerdos para poner en pausa los aranceles un mes: 1) México reforzará la frontera norte con 10 mil elementos de la Guardia Nacional de forma inmediata, para evitar el tráfico de drogas de México a Estados Unidos, en particular fentanilo; 2) Estados Unidos se compromete a trabajar para evitar el tráfico de armas de alto poder a México; 3) Nuestros equipos empezarán a trabajar hoy mismo en dos vertientes: seguridad y comercio.

Podría parecer pírrico el logro, pero en el lenguaje aparece un elemento que se debe de destacar: el compromiso de Estados Unidos para evitar el tráfico de armas. Es decir, de manera explícita existe una corresponsabilidad en ese particular.

No es poca cosa que la nación de norte acepte cooperar en ese flujo ilegal de armas. Y más cuando hace poco (en el sexenio de Calderón para hacer exactos), se implementó la política contraria. Es decir, se permitió el ingreso de armas de alto poder con chip, para identificar su ubicación y a la postre su posible captura.

Nada de eso paso, al revés, la cuota de muertes se incrementó en lo que el mismo presidente Calderón calificó como la guerra contra el narcotráfico. Dejando al país en un mar de sangre y desasosiego.

Regresando al tema arancelario, es un avance que no entre el vigor el aumento del 25% en productos mexicanos hacia el mercado norteamericano. Aunque con condiciones, pero la denominada “pausa” a esta medida es un acierto de la presente administración.

Finalmente, la política es eso: negociar. Las condiciones, no dejaban otra opción así que parece atinada la medida dejando un plazo en el tiempo para realizar las evaluaciones correspondientes y también dejando niveles de responsabilidad al gobierno de Trump.

El que viene será un mes de muchas enseñanzas. Probablemente Trump decida quedarse con ese arreglo y pensar en otros temas. Ojalá que así sea porque el compromiso que hizo en campaña (aranceles del 25%), fue más bien un elemento de persuasión para los votantes que una política pública que convenga a los intereses de ambas naciones.

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