El día de ayer en la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que establece la regulación del cannabis (mariguana). De esta manera, se da el primer paso para que el Estado mexicano tenga el control de la producción, distribución, comercialización y consumo de esta planta.

El debate sobre la pertinencia de liberar el uso medicinal, lúdico, industrial y de investigación del cannabis generó un amplio debate. Incluso, aquellos que estuvieron a favor mantiene discrepancias sobre el gramaje permitido para el consumo personal.  

Hay que recordar, que lo anterior, se deriva de la declaratoria general de inconstitucionalidad que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió sobre el tema. De esta manera, el gobierno tenía dos opciones: regular o dejar a la deriva un mercado que representa varios millones de pesos.

Bajo este esquema, se presentaron iniciativas para ser analizadas y eventualmente construir un dictamen, que permita tener una regulación acorde con los derechos humanos y las mejores prácticas internacionales.  

De tal manera que, con aciertos y virtudes, el tema se discutió en la arena legislativa donde se revisaron cuestiones técnicas una vez rebasada la moralina noción prohibicionista, que prevaleció durante muchos años en el país.

Después de una kilométrica sesión en el Congreso donde se escucharon argumentos de toda índole, se terminaron de aprobar las últimas reservas con 250 votos a favor, 163 en contra y 14 abstenciones.

Llama la atención que el Partido Encuentro Social (PES) aliado legislativo de Morena, esta vez tomó distancia del bloque mayoritario y votó en contra. No obstante, el partido guinda, promotor de esta iniciativa, alcanzó la votación necesaria para sacar su propuesta. 

Lo que se puede deducir, en este primer acercamiento sobre el tema, es que todavía hay mucho que aprender. No es sencillo regular ese mercado y más cuando se mantuvo en la clandestinidad por decenas de años. Pero lo mejor, es que el Estado mexicano toma las riendas sobre el particular con todo y lo que representa el cobro de impuestos de este amplio mercado.

De tal suerte, que México se acerca como ocurre con sus socios comerciales (Estados Unidos y Canadá), a un modelo que rompe paradigmas. Ya no hay pasos para atrás. Esta nueva ley, descriminaliza el consumo y trata a las personas como mayores de edad, capaces de tomar sus propias decisiones sin que se le castigue por ello.

Por tanto, se sientan las bases para tener un país distinto que respeta el libre desarrollo de la personalidad. Que ve los problemas de las adicciones de manera desmitificada. El consumo ya no será satanizado. Será atendido como una más de las drogas socialmente aceptadas tal como ocurre con el tabaco y el alcohol.

De tal suerte, que la regulación del cannabis representa la puerta de entrada para generar un mercado textil, medicinal, lúdico e industrial, de una planta que tiene cientos de beneficios que están por descubrirse en un marco legal y controlado por el Estado.

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