Cuando llegué a Paris de lo primero que la gente hablaba, era de los pique-niques junto a la Torre Eiffel y de las pintas en la brasserie. Esta última palabra proviene de la frase “brasser la bière”, literalmente en español “elaborar cerveza”. Para nosotros sería como una cervecería.
Hoy en día, las brasseries se han convertido en un elemento importante y característico de la capital parisina, ya que atraen a todo tipo de personas como turistas o locales, e inclusive gente famosa para disfrutar de un buen rato con una buena cerveza.
En estos lugares degustas de buena comida, típica francesa, un buen café y de cerveza. Algunos lugares aún conservan la tradición y elaboran su propia cerveza artesanal brindando una variedad única al visitante.
De hecho, la mayoría de los dueños son los cerveceros y proponen cada vez más estilos de cerveza, mencionando sus recetas, el método de elaboración, así como la variedad de lúpulo utilizada, los tipos de malta y de levadura. Con este discurso, el cliente queda enamorado y al mismo tiempo define su gusto personal aportando una retroalimentación a los cerveceros, a su producción, a su servicio y a la degustación.
La ventaja comparativa es que uno de cada diez franceses, bebe a diario y a pesar de que la principal bebida es el vino, la cerveza no se queda atrás. A decir verdad, el 13.9% de los parisinos prefieren la cerveza siendo entre 6 o más vasos ingeridos por ocasión / por día. (actu.fr, 2020).
Si hablamos específicamente de Paris, la ciudad más cara de Europa, seguida de Londres y Luxemburgo (elpais.com, 2021), los precios de las cervezas varían según el establecimiento, de entre 5 a 7 euros aproximadamente la cerveza de barril o artesanal.
El nombre de cerveza o “bière” en su idioma, surge a finales del siglo XV ya que antes la llamaban “cervoise”. Los inicios de la cerveza datan en Mesopotamia, cuando el hombre comienza a cosechar sus cereales, a molerlos y hervirlos al aire libre, permitiendo así la fermentación y dando origen a las primeras cervezas.
Con el paso de los años y las mejoras en el sabor, se fue otorgando su producción hasta llegar a comercializarla. El término más coloquial para pedirla es: “une pinte”. La pinte es una antigua unidad de medida utilizada para el vino y otros líquidos, de 930 ml aproximadamente.
Une pinte, s’il vous plaît! Y si consideras que es mucho, puedes pedir la mitad o “un demi”. Además, si eres estudiante, gozas de los beneficios y descuentos en muchos establecimientos presentando tu credencial.
Es por eso que tomar una copa de cerveza al final del día, sigue siendo uno de los clichés favoritos de la buena vida francesa