Por Arturo Hernández Cordero
El triunfo del político libertario Javier Milei en las elecciones presidenciales de Argentina el pasado domingo 19 de noviembre, ha dado la vuelta al mundo y ha causado consternación en todo el ámbito político latinoamericano.
La contundente derrota del candidato del oficialismo, Sergio Massa, ha encendido las alarmas dentro de la cúpula de la izquierda en Latinoamérica, que hoy ve perdido uno de sus bastiones más importantes dentro de la región.
Javier Milei se impuso con el 56% de los votos totales frente al 44% conseguido por el candidato oficialista Sergio Massa. Los resultados de la primera vuelta de las elecciones el pasado mes, donde Massa (ex ministro de economía que llevó a Argentina a su situación actual) se impuso por escaso margen, parecían dar indicio de una segunda vuelta muy pareja, no obstante, Milei supo capitalizar el descontento social generalizado en Argentina y le propinó su mayor derrota al kirchnerismo.
El triunfo de Milei genera expectación sobre el futuro económico y político de la República Argentina, y es que a día de hoy, no hay un solo país en el continente americano con un modelo económico similar al que se pretende implementar.
Milei, de fuerte doctrina libertaria, pretende reducir las funciones del Estado Argentino al mínimo, otorgar libertad económica a las empresas, dolarizar al país y atraer capital extranjero.
Echar a andar el modelo económico libertario, supone un recorte abrupto y de grandes proporciones a los subsidios estatales, mediante los cuales millones de argentinos subsisten, además del aumento del desempleo que se espera en caso de que lleve a cabo el recorte de las funciones del estado (casi el 20% de los argentinos están empleados en el sector público). Sin embargo, el recorte al gasto público ayudará a aminorar el problema de la inflación.
En materia social, Milei se ha mostrado afín a los ideales conservadores y se ha encontrado con el respaldo de un pueblo que durante más de una década había sido asediado por ideologías progresistas. El triunfo de Milei, da constancia de que la izquierda en América Latina ha empezado un proceso de declive que se verá acentuado durante los próximos años.