Después de largas sesiones y unos minutos antes del 01 de enero del presente año, los diputados locales votaron el presupuesto que se ejercerá en el estado este 2022. Como he referido en las anteriores entregas, ese ejercicio fiscal, tiene una serie de consideraciones que vale la pena recordar.

Quizá la mejor noticia es que se rechazó el endeudamiento que se pretendía tener equivalente a cinco mil millones de pesos. Cifra que llama la atención en un contexto de año electoral. Los mal pensados dirían que ese dinero, seguramente terminaría en las campañas electorales.

Más allá de la especulación, lo mejor es que no se endeudó más al estado de Hidalgo con su escaso poder de generar sus propios recursos. Hay que recordar que esta entidad federativa depende en el 92% del presupuesto federal.

Por tanto, el endeudamiento sería contraproducente para un estado, que depende de otras fuentes de ingreso. En ese sentido, el Congreso aprobó abonar a la deuda pública del estado más de 600 millones de pesos, aunque no todos los legisladores quedaron conformes con la aportación, pues consideraron que de dicha cantidad pudo sumarse a otras áreas, como la salud.

Además de lo anterior, una carga muy significativa para este año se tendrá en el proceso electoral. Se ocuparán más de 920 millones para renovar la gubernatura. La mayor parte la ejercerá el Instituto Estatal Electoral (IEEH), encargado de la organización, desarrollo y la jornada de votación, como Tribunal Electoral del Estado (TEEH), órgano de justicia que validará los resultados de dicha contienda del próximo año. Estos dos órganos ocuparán un monto superior a los 675 millones de pesos. Los partidos políticos, para actividades ordinarias, específicas, campañas y bonificación, se hacen acreedores de 246 millones de pesos.

Órganos desconcentrados como la Policía Estatal Bancaria y Caasim, tienen presupuestos a todas luces exagerados en función de que éstos pueden generar sus propios recursos y por alguna razón no lo hacen.

Son –según algunas voces – una caja chica del gobierno. Eso, sin embargo, tendría que ser fiscalizable a través de instituciones federales como el SAT. Una vez que la presente administración realice un proceso de entrega – recepción sería muy pertinente realizar dicho ejercicio.

Para terminar, vale la pena enfatizar en un rubro que este presupuesto dejó al aire. Se trata de los órganos desconcentrados no sectorizados como lo es la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo que en este año tendrá una rebanada muy grande del presupuesto equivalente a casi dos mil quinientos millones de pesos.

Se trata de una erogación muy generosa para una institución que no permite ser fiscalizada por la “autonomía” que tiene contemplada en su estructura orgánica. Es decir, se destina esa cantidad de los hidalguenses sin tener más que la buena voluntad de que tal recurso sea bien utilizado.

Una apuesta atrevida si se revisan los antecedentes del grupo político que domina la máxima casa de estudios de la entidad.

Esta historia de los dineros vale la pena ser contada y revisada las veces que sea necesario porque en donde se hace política realmente es donde se encuentra el presupuesto. Ahí se pueden ver a los amigos y a los enemigos del sistema.

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