Hace algunos años, cuando el presidente Vicente Fox gobernó el país, los gobernadores no afines a su proyecto político, utilizaron una categoría para autonombrarse: los virreyes. Para ellos, fue muy afortunado no tener un jefe político en la presidencia y sentirse libres de ataduras.
Aquel criterio solo aplicó en las formas de relacionarse con el poder, porque en lo relativo a las finanzas, los estados tienen una dependencia considerable con la federación. Pero, a juzgar por la coyuntura aquellos mandatarios estatales, se atrincheraron en sus territorios y tomaron decisiones sin consultar con nadie.
Hay que recordar que en otros tiempos, el sistema caminaba como una máquina aceitada donde las piezas eran claves. Entre ellas, los gobernadores como operadores políticos que hacían posible permanencia del PRI.
Teniendo ese antecedente, las encuestas que se realizan para medir la aprobación de los mandatarios estatales, son muy relevantes. Porque reflejan no solo la forma en que son percibidos por la población, sino el trabajo político que realizan con la federación en un rol distinto a la acostumbrada sumisión.
Solo así se puede entender que el gobernador mejor evaluado según la encuesta Mitofsky, es Coahuila con Miguel Riquelme, entidad que el próximo año renueva titular. Es decir, este político se encuentra en el mejor escenario posible, porque termina su mandato con niveles de aprobación del 62.3%.
En el caso contrario, el gobernador de Zacatecas, David Monreal Ávila, es el peor evaluado con el 29.7% de aprobación. Es este caso, ser alguien del mismo partido político que el presidente, no le sirvió de mucho en temas relativos a la seguridad pública y otras cuestiones de agenda, que lo han dejado en el último lugar de la encuesta.
Cabe mencionar que dentro de la competencia interna de Morena para sustituir al actual presidente, destaca la presencia de Claudia Sheinbaum, gobernadora de la CDMX que termina este mes evaluada en el noveno sitio.
Nada mal para la concentración de población más grande del país. Con problemas de la misma proporción y con un capital político que puede ser una ventaja competitiva o una desventaja en las preferencias ciudadanas.
En la misma encuesta hay que decir que destacan dentro de los primeros cuatro gobernadores mejor evaluados, aquellos que no comparten el mismo sello partidista del presidente López Obrador. Cuestión que viene a poner en entredicho, aquella costumbre de que el titular del ejecutivo local ponía y disponía de todos los hilos políticos.
Ahora desde lo local, se gobierna bien independientemente del padrinazgo político o del partido político mayoritario. Eso, sin duda, es una buena señal para nuestra endeble democracia.
También hay que decir que las encuestas reflejan momentos específicos. Por tanto, hay casos de gobernadores que en una medición salen muy bien y otros que recuperan o pierden espacios, según sea el caso.
No cabe duda que todo se puede medir. En este sentido es muy valioso tomar las coordenadas de los que antes eran virreyes con muchos pesos y nada de contrapesos.