¿Alguna vez han visto algo tan impresionante que sus ojos quisieran conservarlo perfectamente y para siempre?
En nuestros días, es muy fácil inmortalizar momentos, lugares o personas, con el apoyo de las fotografías digitales; pero antes de eso, únicamente se conservaban a través de manifestaciones artísticas, como la pintura o en relatos populares como cartas, canciones y en la poesía.
Hablando específicamente de la pintura, hubo una corriente que destacó como medio artístico público, para prevalecer situaciones concretas a nivel nacional: el muralismo.
En México, el muralismo se originó después de la Revolución Mexicana y su prestigio internacional, se dio gracias a los grandes exponentes como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera.
El propósito principal del muralismo mexicano, fue la valoración de la identidad nacional con un alcance público. De este modo, los muros de los edificios, las escuelas y algunas iglesias, fueron las bases de este movimiento pictórico; y como su intención era conservar el arte para todos, los muros y las paredes garantizaron que las obras no fueran coleccionables, dejándolas fuera de la mafia del mercado de arte.
Con el paso del tiempo, el muralismo se convirtió en un movimiento importante para describir la modernización y el progreso. Y justamente una de sus innovadoras variantes la encontramos en nuestro maravilloso pueblo vecino, el Pueblo Mágico de Zacatlán de las manzanas y sus “vitromurales”.
Zacatlán se ubica dentro de la sierra norte de Puebla y gracias a la belleza natural de la región y a su riqueza cultural e histórica, obtuvo el nombramiento de Pueblo Mágico, desde el año 2011.
Este nombramiento ha impulsado tanto el progreso de la ciudad, que hoy en día es uno de los Pueblos Mágicos más rentables del Estado de Puebla. Y tal vez se pregunten, ¿y esto qué tiene que ver con el muralismo en concreto?
Bueno, pues dentro de mi función como embajadora cultural y del andar por aquí y por allá, tuve la oportunidad de conocer a la señora Mary Carmen Olvera Trejo, la pionera en los “vitromurales” de la región.
Mary Carmen es originaria de Zacatlán, “zacateca” de corazón; y aunque ha desempeñado múltiples funciones para el desarrollo cultural y el turismo del lugar, fue ella quien tuvo la idea de conmemorar a su pueblo natal con una obra artística como es el “vitromural”, aprovechando los espacios públicos abandonados de Zacatlán.
El término de “vitromural” es una palabra compuesta del latín “vitro” que significa vidrio y “muralis”, relativo a un muro o arte pintado sobre un muro. Este arte consiste es plasmar, como su nombre lo dice, imágenes sobre las paredes utilizando pequeños trozos de cerámica y vidrio. La técnica principal se basa en el corte de dichos trozos que ayudarán a la percepción visual, además de brindar textura y movimiento.
La técnica del “vitromural” es impresionante y si las escuchas de viva voz de Mary Carmen, querrás ver las obras es ese mismo instante, pues sus palabras van acompañadas de fascinantes aventuras e historias de vida.
Por consiguiente, sabrás que, como cualquier obra de arte, además del ingenio del artista, las imágenes que se pueden reproducir son infinitas, es decir, desde grandes paisajes hasta detalles particulares como movimientos de agua y viento, o tonalidades de luz y sombra.
Una peculiaridad de los “vitromurales” en Zacatlán, y de la ingeniosa idea de Mary Carmen, ha sido la preservación de la cultura local. El “Callejón del hueso” por ejemplo, está dedicado a la reproducción de viejas fotografías y símbolos locales, en tonalidades suaves de color sepia.
Por otro lado, está el mural característico de la conmemoración de los 300 años del pueblo mágico, con sus paisajes y sus manzanas. A mí me han impresionado los detalles de los rostros en los muros dedicados a personajes célebres y el folklore.
Y no diré más para que se queden con la “espinita” de ir a conocer, porque sin duda alguna, los “vitromurales” de Zacatlán son una parada obligatoria en la región que inmortalizan gloriosamente la cultura e impulsan nuestro arte.

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